Su dificultad técnica lo convierte en uno de los lugares más atractivos del mundo para los submarinistas, que se adentran en sus profundidades sin ser realmente conscientes del peligro al que se exponen.
El problema está, como se muestra en la imagen, en la orientación de la curva, que provoca que muchos buceadores se confundan y crean que están subiendo y saliendo a mar abierto cuando en realidad están descendiendo y dirigiéndose hacia unas profundidades en las que los niveles de nitrógeno son extremadamente altas, ya que la máxima profundidad se encuentra a unos 130 metros bajo la superficie.
Esta complejidad ha provocado que Blue Hole sea mundialmente célebre por el gran número de buceadores fallecidos en sus aguas. Se estima que alrededor de cien personas han perdido la vida en la que, desde el exterior, parece ser una laguna coralina sin ningún tipo de peligro.
La dificultad para acceder a la zona más profunda hace que muchos de los cuerpos de los fallecidos sigan ahí, como se puede ver en los vídeos siguientes. En el primer vídeo se observa la muerte del submarinista ruso Yuri Lipski, grabado por el mismo. En los otros dos se ve cómo alguno de los cuerpos aún permanece en las profundidades del Blue Hole.
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