Cuando consumimos más alcohol del que nuestro hígado puede absorber, nuestro organismo empieza a sufrir un conjunto de reacciones bioquímicas. Como no todos sabemos de química, aquí va una simplificación de la compleja maquinaria que se mueve en nuestro interior cuando tomamos alcohol. En primer lugar, el alcohol que consumimos se convierte en acetaldehido, por medio de una enzima llamada Alcohol deshidrogenasa. Después, este acetaldehido se transforma en ácido acético, por medio de otra enzima llamada Aldehido deshidrogenasa. En estas reacciones se genera el llamado poder reductor.
Por lo tanto, en nuestro cuerpo se producen una serie de reacciones y transformaciones que afectan al sistema nervioso central y al cerebro, modificando la actividad de los neurotransmisores (reducen los excitatorios y aumentan los inhibidores.
¿Por qué a veces no nos acordamos de lo que sucedió la noche anterior?
La ingesta excesiva de alcohol interfiere con los receptores del hipocampo que transmiten glutamato, una componente que envía señales entre las neuronas. Durante estas interferencias, el alcohol impide que algunos receptores funcionen correctamente, dificultando la comunicación neuronal. El efecto es similar a una amnesia convencional, en el sentido en que el cerebro pierde su habilidad temporal de crear nuevas memorias. La gente que sufre de estos "apagones" puede realizar tareas básicas durante esos momentos, pero no serán capaces de generar memorias sobre ello.
Diferencia entre un cerebro de una persona no alcohólica de 43 años a la izquierda. A la derecha, el de una persona alcohólica a la misma edad. Los signos de deterioro son evidentes. |
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